SONIDO DISFUNCIONAL. Arte. / SONIDO FUNCIONAL. Diseño

El sonido que no sirve para nada. Y podríamos decir, para nada en especial. Para nada concreto. Que no tiene una función, un destino. Que producimos los humanos por que sí. Sonido o música como arte no aplicada. Como "disfunción" comunicativa. Sólo apela a su percepción y ésta no hace referencia a ninguna otra cosa.
De principios de siglo data el concepto de que las artes aplicadas a los objetos de uso cotidiano deben reunir características de utilidad. Y que esa ciencia de lo favorable se llama diseño. Que lo hay bueno y malo, sólo en relación a si lo es, si no lo es, si lo pretende o si no lo pretende. Y ése es un concepto formulado recientemente, pero que recorre la historia de la humanidad, pues nunca nadie se planteó jamás usar un arco que disparase mal delante de un bisonte lleno de potencial alimento para el invierno. Aquella paella y aquella pistola contienen su propio proceso y responden a una necesidad. Las herramientas para producirlas, también. El establecimiento de reglas o parámetros generales, como la ergonomía, corresponden al momento en que se da la posibilidad de producir en serie dichas soluciones, a partir de la masificación y concentración de las necesidades humanas en las ciudades y su imprescindibilidad para la producción. Esas "artes" funcionales deben variar y evolucionar sin duda al ritmo en que varíen o se expandan las necesidades que las hacen existir. Podemos hablar de música. Pero si hablamos de "música para", nos encontramos ante un arte aplicada. Es preciso descubrir esas "músicas para". Conocer su proceso y las necesidades que demandan su existencia. Y no olvidemos que el diseño es la tecnología de la duda.
 

Además de la música entendida como arte aplicada a las artes, lo es a la comunicación, al consumo, al ocio o la propaganda, desde la perspectiva de la percepción pasiva. A continuación, algunas categorías de música diseñada con fines funcionales, a las que el lector puede añadir todas aquellas que quiera descubrir.

Música para trabajar más o para esperar mejor: el hilo musical en todas sus variantes. Muzak.

Música para esperar peor: al contrario de la anterior, esta música se concibe, por ejemplo, para desmoralizar al que espera al teléfono y hacerle desistir de su llamada (loops de melodías insoportables en el auricular durante el tiempo de espera).

Música para comprarla. Esta es una categoría importantísima: se compone música para llenar discos para los que se ha diseñado previamente la campaña publicitaria, el artista, su nombre y la portada, por ese orden.

Música para bailar: sabemos que es totalmente posible bailar sin escuchar música, pero existe música compuesta especialmente para la danza. Probablemente, la "aplicación" de la música para otras actividades humanas o para potenciar o alterar estados físicos, anímicos o mentales, sea algo tan antiguo como la música. Pensemos que la música altera y potencia estados sin que haya sido concebida para ello, cuánto más si ha sido creada con ese objetivo. Hay pues un concepto de la música como substancia y otro como motor, como guía o como acompañante del movimiento del cuerpo (también del de la mente).

Música para curarse: la música cura, pero si se practica; difícilmente sólo con escucharla (es precisa la escucha activa y la participación. Los c.d. new age y demás son camelos).

Música para máquinas tragaperras, música para señalizaciones, música para las gallinas ponedoras, música para hacer crecer las plantas, música para amansar a las fieras, música para dar la hora... (busquen sus propios ejemplos)
 

La producción de sonido funcional para las artes (danza, teatro, cinema, video, instalación, performance...), a diferencia de los ejemplos anteriores, busca el efecto de sincronización  con el soporte al que acompaña. En ocasiones dicha sincronización se produce directamente en las máquinas, otras se lleva a cabo de forma manual y en todos los casos se efectúa en la mente de los espectadores.